Es posible que tan solo se trate de una sensación, pero cada vez me encuentro con más clientes frustrados por cómo supuestos profesionales de “lo” digital les han desarrollado sus estrategias y tácticas, prometiendo acciones y logros online que no se corresponden con los resultados. O lo que es peor, cómo esos mismos clientes acaban huyendo del marketing online. Desde mi punto de vista la situación obedece a tres aspectos bien diferenciados:
- Situación económica
- Evolución del sector
- Falta de “cultura digital” por parte del cliente
La situación económica
Quizás el más obvio, exógeno al sector y coyuntural: la dichosa crisis, que ha hecho proliferar la aparición de quienes han visto una oportunidad “sencilla” en este sector para desarrollarse profesionalmente, y que tras realizar un par de cursos y leer tres libros, empiezan a vender sus servicios como “profesionales” del Marketing online compitiendo con profesionales y empresas que llevamos en esto algún tiempo.
Saber de Facebook, o desarrollar una página web no significa saber de marketing digital, ni de diseñar estrategias empresariales que ayuden al cliente a alcanzar sus objetivos de negocio. Claro, que desde una situación de desempleo, seguimos con tasas superiores al 24%, es normal que se vea este sector como una oportunidad de salir del pozo. ¿Tú no lo harías?
La evolución del sector
Esta posiblemente no es tan obvia, y además tal vez nos escueza, pero debemos mirar también hacia adentro, y analizar qué estamos haciendo mal en el sector. Es una consecuencia, en parte también de la situación económica, pero ya no tanto desde la visión “crisis”, sino derivada del cambio de modelo que estamos viviendo. La irrupción, y la disrupción, que ha supuesto Internet, especialmente en los últimos diez años, ha hecho que los modelos de negocio tradicionales en el ámbito del marketing, de la publicidad y de la comunicación se hayan visto fuertemente afectados, hasta el punto de cuestionar su propia viabilidad.
Años en los que las agencias “offline” han podido ser testigos de cómo sus modelos de negocio tradicionales se convertían en inviables. Años en los que las agencias “tradicionales” veían cómo surgían nuevos “players” digitales, que aupados por las nuevas tecnologías, conseguían, sin buscarlo, cambiar las reglas del juego. Y claro, tuvieron que adaptarse, unas con mayor acierto, las menos, y otras de un modo muy cuestionable, no entendiendo qué significa “digital” e intentando hacer “lo mismo, pero en internet”.
Por otro lado están aquellas otras “consultoras o agencias de internet”, que al albur del boom de las “puntocom”, allá por el 2000, creyeron ser portadoras de la verdad y del conocimiento. Ellos “sabían” lo que el cliente necesitaba. Pero esto no vale. Es hacer trampa. Por no hacer los deberes, por no entender qué estaba ocurriendo y evolucionar, por ofrecer “pócimas” milagrosas (cual druida Panoramix: ponemos unos vídeos en la web, le añadimos unas campañitas de SEM, unos pocos “likes” en Facebook, ¡y a triunfar!). Mal, se ha hecho muy mal.
Falta de “cultura digital” por parte del cliente
Por último, el tercer elemento, que a mi modo de ver es el ingrediente necesario para que los dos anteriores hayan podido desarrollarse. En un entorno donde las empresas, de manera mayoritaria, no entienden qué significa ser digital, ha resultado muy sencillo vender humo, donde “encantadores de serpientes”, de uno y otro lado, campaban a sus anchas, y donde el cliente, y esto es lo más terrible de todo, era incapaz de separar el grano de la paja.
Sus propias carencias digitales, motivo por el cual necesitaban “delegar” sus estrategias online, los conducían, en muchos casos atendiendo fundamentalmente al precio como “único” criterio objetivo para seleccionar, ponerse en manos poco recomendables, que de manera inconsciente, o consciente, proponían planes poco fundamentados, y desarrollaban “soluciones milagrosas” con escaso o nulo éxito. Consecuencia: frustración y total desconfianza hacia el sector y al medio.
El momento actual
Y así llegamos al momento actual, con un entorno económico complicado, que obliga a buscarse las habichuelas a unos y a otros, un sector que no ha sabido adaptarse, indiferenciado en muchos casos, y con un cliente mayoritariamente neófito de lo digital, sin armas ni criterios que le permitan tomar las mejores decisiones posibles.
¡Qué panorama, pensaréis! Nada más lejos de la realidad. Estamos asistiendo a un cambio de modelo. Un cambio que nos exige a todos los profesionales, de un lado y de otro, clientes y proveedores, digitales o no, a hacer un esfuerzo máximo. Informando y formando, aprendiendo y evolucionando, compartiendo y aportando, innovando y mejorando. Todo ello, desde el respeto, la humildad, el esfuerzo y el compromiso. Tenemos una gran oportunidad ante nosotros.
Y tú: ¿la vas a dejar escapar?
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